En la segunda jornada del G20 el presidente de la República Santiago Peña, habló de la importancia de una transición energética para reducir la dependencia de derivados del petróleo.
Además, el jefe de Estado, durante el discurso, afirmó que Paraguay está comprometido con la diversificación de la matriz energética con su abundante energía hidroeléctrica, la incorporación de energía solar e hidrógeno verde y explotando la producción de biomasa y biocombustibles.
También, el mandatario paraguayo, sostuvo que nuestro país, demuestra en el presente que un futuro más sostenible es posible.
A continuación el discurso completo del presidente de la República, Santiago Peña en la Cumbre de líderes del G20.
Excelencias,
Los logros de las negociaciones diplomáticas inteligentes en un mundo cambiante, complejo y, en ocasiones, hostil, deben ser celebrados.
Por ello, comienzo expresando mis más sinceras felicitaciones al Grupo de Trabajo sobre Transiciones Energéticas por haber alcanzado un consenso en Foz de Iguazú para acelerar las transiciones energéticas limpias, sostenibles, justas e inclusivas.
También reconozco el liderazgo fundamental de Brasil en este logro, esencial para nuestro progreso colectivo hacia la transición energética. Mi más profundo agradecimiento a nuestros queridos amigos brasileños.
La amenaza ominosa y urgente del cambio climático nos obliga a unirnos para diseñar modelos efectivos que permitan descarbonizar nuestros sistemas energéticos. Estos modelos deben reconocer las desigualdades globales y los desafíos específicos que enfrentan los países en desarrollo, especialmente en el acceso a recursos financieros.
A pesar de la percepción de ser un país pequeño, Paraguay es, de hecho, más grande en extensión que Alemania y ya es un líder mundial en la producción de energía limpia.
Mi país contribuye con solo un 0,02% a las emisiones globales y, sin embargo, se destaca por su producción de electricidad limpia y renovable. Tal vez me equivoque, pero creo que somos uno de los pocos países –si no el único– con una matriz energética 100% limpia, renovable y verde en el mundo.
Nuestras grandes plantas hidroeléctricas, ITAIPU y Yacyretá, compartidas con Brasil y Argentina, son un ejemplo no solo de integración inteligente y relaciones exteriores fraternas, sino también de nuestro compromiso con la energía limpia.
Como un país que ha florecido tardíamente en el desarrollo productivo, Paraguay tiene la ventaja de adoptar modelos ambientalmente sostenibles utilizando nuevos métodos y tecnologías. A diferencia de los países más desarrollados que se industrializaron hace décadas sin estas herramientas –lo que resultó en mayores impactos ambientales–, nosotros hemos tenido la oportunidad de desarrollarnos de manera sostenible desde el inicio.
La producción diaria de energía de ITAIPU evita la emisión de aproximadamente 87 millones de toneladas de dióxido de carbono en comparación con el carbón y 39 millones de toneladas en comparación con el gas natural. Esta producción reemplaza el equivalente a 550,000 barriles de petróleo o 50 millones de metros cúbicos de gas natural.
Paraguay también alberga una biodiversidad única: los bosques cubren el 44,3% de nuestro territorio nacional, con un 15% designado como áreas naturales protegidas. Además, el 94,5% de las áreas de cultivo de soja en la Región Oriental, donde somos el sexto mayor productor mundial, no han experimentado deforestación desde 2004.
Estamos comprometidos con la diversificación de nuestra matriz energética. Junto a nuestra abundante energía hidroeléctrica, estamos incorporando energía solar e hidrógeno verde, y explorando la producción de biomasa y biocombustibles para reducir la dependencia de los productos derivados del petróleo. Nuestra recién promulgada Política Energética Nacional, que establece objetivos ambiciosos hasta el año 2050, define pilares estratégicos en seguridad energética, transición sostenible, integración regional y acceso inclusivo a la energía.
Las políticas públicas de Paraguay buscan consolidar un sistema de producción sostenible que equilibre las dimensiones ambiental, económica y social, dentro de un ecosistema donde la agricultura, la ganadería y los bosques coexistan.
Reconocemos la importancia de promover modelos productivos que mejoren la productividad y la resiliencia sin descuidar las consideraciones ambientales. Por ello, estamos trabajando en diversificar nuestra matriz productiva para fortalecer el uso de energía renovable dentro de un modelo de gobernanza robusto que involucre tanto al sector público como al privado.
Creemos, en esencia, que la transición energética debe basarse en principios justos, y que los países desarrollados no deben imponer cargas indebidas a los países en desarrollo.
Queridos amigos, Paraguay no es parte del problema, pero sí es claramente parte de la solución a la crisis del cambio climático.
Mi país ya ha demostrado que el crecimiento económico es posible manteniendo un compromiso con la conservación y la gestión sostenible de los recursos. Contamos con abundantes recursos naturales, un valioso capital humano y un enfoque claro en la creación de cadenas de valor que apoyen una economía totalmente verde.
Para concluir:
Cada generación en la larga historia de la humanidad ha enfrentado sus propios desafíos únicos. Nuestra generación enfrenta uno excepcional: debemos ser capaces de salvar el planeta mismo. Y peor aún: debemos hacerlo sin sofocar el crecimiento económico.
¿Estaremos a la altura de este enorme desafío?
Como un optimista incurable, estoy convencido de que sí lo estaremos.
Y, como dijo William Faulkner de manera memorable: “Creo que la humanidad no solo perdurará: prevalecerá”.
Gracias.