Nueva York.-Atomizados y absortos en sus conflictos internos, los países latinoamericanos llegan este año a la ONU sin más causa común que la preocupación por Venezuela y a años luz de una integración regional efectiva.
Con pocos visos de solución a corto plazo, la aguda crisis venezolana volverá previsiblemente a centrar la agenda latinoamericana en la 74 Asamblea General de Naciones Unidas que comienza este martes, como ocurrió el año pasado, aunque en esta ocasión sin la presencia del presidente venezolano, Nicolás Maduro.
En un momento de tensión creciente con Colombia, el mandatario ha decidido quedarse en casa y enviará a su vicepresidenta, Delcy Rodríguez, y al canciller, Jorge Arreaza, a defender ante la comunidad internacional una «revolución bolivariana» que ya suma más detractores que socios, pese al respaldo de potencias como China y Rusia.
Al margen de las intervenciones oficiales, el problema venezolano también centrará una reunión del presidente de EE. UU., Donald Trump, con líderes latinoamericanos prevista para el miércoles 25, así como los contactos de los miembros del Grupo de Lima presentes en Nueva York.
El Tiar, un tratado polémico
La novedad este año viene en forma de siglas: las del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un mecanismo de ayuda militar extranjera que doce países americanos, de los veinte que en su día lo rubricaron, han propuesto reactivar ante la amenaza que a su juicio supone la crisis venezolana para la región.
Los cancilleres de los países firmantes se reunirán este lunes en Nueva York para acordar los próximos pasos respecto a Venezuela.
De las medidas que decidan, y que pueden pasar también por la ruptura diplomática y económica con el país petrolero, la activación del TIAR sería la más extrema, ya que abriría las puertas a una eventual intervención militar, aunque varios países, entre ellos la Argentina, se han opuesto a esta posibilidad.
Los países que abogan por activar esa suerte de OTAN americana son Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, EE. UU., Guatemala, Haití, Honduras, Paraguay, República Dominicana y Venezuela representada por la facción del jefe del Parlamento opositor, Juan Guaidó.
El estreno de Bolsonaro
Uno de los momentos más esperados es el de la intervención del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que abrirá el martes 24 la reunión de alto nivel y se estrena en esta histórica tribuna.
Precedido por un historial de declaraciones incendiarias y salidas de tono que van de la xenofobia y el machismo a la defensa del uso de armas, el discurso de Bolsonaro genera máxima atención, habida cuenta de que esta Asamblea tiene como eje central la lucha contra el cambio climático, una política cuestionada sin ambages por el brasileño.
La expectativa que genera el mandatario ultraderechista está agudizada por la ausencia de otros líderes que suelen dar juego en el cónclave, como Maduro o su aliado el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, que tampoco estará en Nueva York.
La ausencia del presidente cubano, que sí estuvo en la Asamblea el año pasado, se produce en momentos de máxima tensión entre La Habana y Washington, con nuevas sanciones que endurecen el embargo y en medio de una severa crisis de abastecimiento de combustible en la isla caribeña, que también culpa de ello a Estados Unidos.
Demonios internos
Aunque durante la última década los países latinoamericanos han repetido por activa y por pasiva su apuesta por la integración regional como factor de desarrollo, la realidad es que el escenario actual se aleja mucho de esa pretendida cohesión y Latinoamérica llega a la ONU sin agenda común y con cada país centrado en sus problemas internos.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no acudirá a la que habría sido su primera intervención en la ONU. Poco amigo de foros y sin haber logrado atajar el endémico problema de la inseguridad en su país, esquiva con su ausencia las muy previsibles críticas del estadounidense Donald Trump por el problema migratorio y su defensa del muro fronterizo.
Sí estará en Nueva York el mandatario de Colombia, Iván Duque, aunque sin mucho de lo que presumir desde la tribuna. A la volátil situación en la frontera con Venezuela se suma el fiasco de la paz colombiana rubricada en 2016 con el aplauso de la comunidad internacional y hoy más en jaque que nunca. Un nuevo ciclo de violencia sacude el país suramericano, donde una facción de conocidos ex guerrilleros ha anunciado su retorno a las armas.
Los líderes de Argentina, Mauricio Macri, y Bolivia, Evo Morales, acuden a la Asamblea General en medio de sus respectivas campañas electorales, por lo que esta podría ser su última intervención en el foro.
Macri llega a Nueva York tras perder las primarias frente al peronista Alberto Fernández y con su país sacudido, una vez más, por una crisis económica que ha impactado de lleno en la población.
Evo Morales, el único de los mandatarios del eje bolivariano que no falta nunca a su cita en la ONU, se juega también en octubre una cuarta reválida, envuelto en la polémica sobre la ilegalidad de su reelección, ya que la Constitución boliviana solo permite dos mandatos consecutivos.
El resto de la región, y en especial Centroamérica, asiste debatida entre la eterna búsqueda de la prosperidad y los problemas medulares que les aquejan: corrupción, inestabilidad institucional, inseguridad y la sangría de la migración.
Este último asunto será con seguridad, junto a Venezuela, uno de los temas recurrentes en el foro multilateral, entre la obvia imposibilidad hasta el momento de los países emisores y de tránsito de frenar las oleadas de migrantes en busca de una vida mejor, y la presión de la administración estadounidense para evitar acogerlos.
Por el momento ya se ha confirmado que Donald Trump se verá con el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, cuyo país perfila un acuerdo migratorio para recibir a los demandantes de asilo que lleguen a la frontera de EE. UU., y que completen el trámite desde El Salvador.