RÍO DE JANEIRO, — La pandemia del coronavirus podría ser una oportunidad para que empresas y políticos corruptos en Brasil hagan negocios, por el contexto de urgencia y la legislación creada ad hoc para este momento, opinó el director ejecutivo del Instituto de Estudios para Políticas de Salud, Miguel Lago, al ser consultado por Sputnik.
Uno de los primeros escándalos de la pandemia tiene que ver con los hospitales de campaña construidos por el Gobierno de Río de Janeiro (sureste) para los pacientes de COVID-19.
Este 26 de mayo, la Policía Federal registró la casa del gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, en busca de pruebas sobre posibles desvíos de dinero público.
Detrás de estos actos ilícitos podrían estar las facilidades dadas por la legislación aprobada en marzo, que permite que durante la pandemia se hagan compras públicas de emergencia sin licitaciones; no obstante, Lago remarca que la mala gestión está siendo más perjudicial que actos puntuales de corrupción.
En el estado de Río de Janeiro, por ejemplo, siete hospitales de campaña están tan atrasados que el Gobierno regional ya se plantea no inaugurarlos.
Lago asegura que, a pesar de su precariedad, la sanidad pública brasileña (el llamado SUS, Sistema Único de Salud) es la mejor de Latinoamérica, pero remarca que las autoridades deberían ser conscientes de sus «déficits» y haberse preparado mejor para un impacto difícil de evitar.
Este especialista recuerda que Brasil no tiene un número de camas de Unidades de Cuidados Intensivos suficiente por habitante, también faltan profesionales médicos y capacidad para producir en su territorio los respiradores y los llamados equipamientos de protección individual.
Lago cita los casos de Argentina, que desde el principio tomó medidas más drásticas, que llegaron a parecer exageradas pero que fueron un «éxito», o países con redes sanitarias más deficientes, como Perú o Ecuador, que conscientes de sus limitaciones tomaron medidas muy estrictas, incluyendo el toque de queda en algunas ciudades.
No obstante, el especialista asegura que la cuarentena soft que han ido aplicando los estados brasileños hasta ahora no ha sido en balde: «Podríamos estar en una situación peor sin cuarentena», asevera, pero remarca que las autoridades no deberían cometer el error de precipitarse al impulsar la reapertura de la economía.
Este 26 de mayo se cumplen tres meses desde que se detectó el primer caso de COVID-19 en Brasil; desde entonces el país ya suma más de 23.000 fallecidos y casi 375.000 casos confirmados, lo que le convierte en el segundo país con más casos, tan solo por detrás de EEUU.