Este ha sido uno de los pocos teatros colombianos que ha resistido ante la incertidumbre económica que generó la pandemia, ya que se adaptó a nuevos formatos digitales, estrenó obras híbridas e innovó con formatos seriales.
El 12 de diciembre de 1981 nació en Colombia la Fundación Teatro Nacional, una idea de la empresaria y actriz Fanny Mickey para producir, crear y difundir obras del repertorio mundial y nacional de diversos géneros teatrales y formar a actores colombianos. Es considerado el espacio de mayor tradición teatral del país y un ícono de tres escenarios que permitieron descentralizar la actividad teatral alguna vez concentrada en el barrio La Candelaria, en el centro histórico de Bogotá.
La Fundación nació con el estreno de la obra ‘Rehén’, de Brendan Behan. La segunda que presentaron fue ‘¿Quién teme a Virginia Woolf?’, de Edward Albee. También exhibieron obras como ‘Doña Flor y sus dos maridos’, basada en la novela de Jorge Amado; un montaje donde Fanny Mickey interpretó a ‘La Celestina’, basado en la novela de Fernando de Rojas, y ‘Taxi’, considerado un hito de la comedia colombiana, con más de 500 funciones en Bogotá.
En estos 40 años la Fundación ha programado más de 120 producciones propias, 242 de grupos nacionales y extranjeros, y ha realizado cerca de 8.850 funciones con 2.150 artistas. La Fundación Teatro Nacional es el único teatro de Colombia que tiene tres salas, donde ha recibido a más de 2.743.500 asistentes desde sus inicios: la de la Calle 71; La Castellana, que antiguamente eran unas salas de cine, y La Casa del Teatro, en Teusaquillo.
«El Teatro Nacional es una institución muy icónica que se ha preocupado por darle visibilidad a las artes escénicas, a los artistas y a los distintos contenidos a nivel nacional. Ha sido una institución que se ha preocupado por tener una continuidad, un crecimiento y dar visibilidad a los talentos emergentes, a las nuevas ideas y eso ha marcado la diferencia. Eso fue lo que hizo Fanny, coger todas esas ideas y potencializarlas», asegura Ana María Giraldo, product manager de la Fundación Teatro Nacional.
Otras maneras de contar
La pandemia del coronavirus afectó en muchos sentidos a la Fundación y hasta el momento solo han podido habilitar la sala del barrio La Castellana para funciones presenciales. No obstante, también fue una posibilidad para adaptarse a nuevos formatos digitales.
«La pandemia nos dio la posibilidad de que la Fundación Teatro Nacional se volviera por primera vez una institución nacional, pues las personas que viven por fuera de Bogotá, e inclusive fuera de Colombia, pueden tener acceso a presentaciones en vivo y a toda nuestra programación”, asegura Giraldo.
Por eso, desde el año pasado decidieron crear la sala virtual teatro Nacional, donde han tenido más de 16 contenidos en una programación continua y que ha sido un éxito para ver obras teatrales durante las cuarentenas obligatorias decretadas por el Gobierno. De acuerdo con Giraldo, esta transformación ha sido un reto porque el teatro, al ser un arte escénico, depende del contacto con el público y de la experiencia que vive la audiencia al ir al teatro. Digitalizar eso es muy difícil, por más cámaras y producción que se tenga para intentar recrear la experiencia.
Precisamente, desde el 5 de marzo volvieron a abrir la sala de La Castellana, con un aforo limitado, y han estrenado obras híbridas, es decir, que no solo se transmiten vía streaming sino que permiten al público interactuar con los actores. Por ejemplo, en la obra ‘Hombres a la plancha’, un musical de “música para planchar” que se presenta todos los viernes y es realizado por los artistas Juan Manuel Mendoza, Karoll Márquez, Alejandro González, Carlos Montaño y Juan Manuel Medina, las personas pueden pedir antes de la función las canciones que quieren escuchar e interactuar con los actores por medio de un chat.
Los jueves son para la obra ‘1980’, un melodrama que decidieron presentar en un formato serial, algo que nunca se había intentado en el teatro colombiano. Para crearla, Milton Lopezarrubla, director y dramaturgo de esta obra, se basó en gran medida en su infancia: “La obra es un homenaje a dos cosas: primero, al año en que nací, que es 1980, y segundo, a los roles femeninos en mi vida. Yo fui criado por muchas figuras femeninas y esta historia es un homenaje a todas esas mujeres que han hecho parte de mi historia personal». La historia se desarrolla en un lugar del eje cafetero colombiano muy parecido a Palestina, Caldas, donde nació Lopezarrubla.
La idea de convertirla en una obra extensa con doce capítulos, uno por cada mes del año, nació en la Compañía Vulnerable, un grupo de teatro independiente del que Lopezarrubla también hace parte. Hace poco y en el marco del doceavo aniversario, hicieron una “maratón de creación” donde invitaban a dramaturgos, directores y actores a una competencia para montar pequeñas escenas. “De ese ejercicio creativo se dieron muchas cosas, muchos temas y situaciones que yo decía: esto está muy bueno y este material podría durar más allá de un primer capítulo”, aseguró el director.
Entonces, Lopezarrubla se preguntó: “¿Por qué no contar una historia por capítulos, tal y como lo hace la televisión hoy día con las series, que siempre al final muestran un poco de lo que viene para que la gente siga sintonizada con la historia?”. Así inventó un relato, con cierta adaptación hacia lo audiovisual para hacer la transmisión en vivo, que consiste en la vida de un personaje central, la protagonista que hila la historia, y en cada capítulo van apareciendo personajes nuevos, pues en cada mes del año llegan nuevos actores.
El teatro cambió para siempre
Lo más difícil ha sido el montaje, ya que finalmente el equipo tiene que respetar los protocolos de bioseguridad y las cuarentenas obligatorias. Justo antes de estrenar se reunieron toda una semana, de nueve de la mañana a seis de la tarde, de lunes a domingo, a ensayar sin parar y así montar de la manera más eficaz este espectáculo. “Todo ha sido muy vertiginoso”, asegura el director y dramaturgo de ‘1980’.
Por el momento han estrenado dos capítulos, el último el 15 de abril, que todavía se pueden ver en la Sala Virtual. De acuerdo con el director, la respuesta de la gente ha sido muy positiva porque se sienten viendo una telenovela y ha sido una buena manera de permanecer cercanos al público durante la pandemia. “Se necesitan otros recursos expresivos, otras maneras de contar, sin perder la esencia de ese acto vital de comunicación que sucede con un público presencial», señala Lopezarrubla.
La Fundación Teatro Nacional ha sido de los pocos teatros colombianos que ha resistido ante la incertidumbre económica que generó la pandemia. “Los que somos artistas somos unos valientes, y eso implica no solo a los que están detrás de la escena, sino a los espacios como el Teatro Nacional, que sigue creciendo, convocando, creando y montando un espectáculo teatral”, subraya.
Según Ana María Giraldo, el destino de la Fundación es seguir evolucionando y mirando al futuro, “expandiendo la cultura y creando país”. Por eso cuando acabe la pandemia, la Fundación Teatro Nacional piensa seguir con la Sala Virtual y apostar por estos formatos híbridos que buscan crear una cultura teatral en Bogotá. “En nuestro país todavía cuesta mucho entender que ir al teatro podría ser un plan maravilloso como ir a tomar cerveza o a un paseo de olla, como ocurre en Argentina o España, donde lo teatral es parte esencial del entretenimiento y de la cultura de la ciudad», afirma Lopezarrubla.