La carrera para frenar la tercera ola de COVID-19 y el colapso sanitario en Bolivia

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La población boliviana mayor de 40 años ya puede acceder a su dosis para protegerse de la pandemia de COVID-19. Sputnik visitó un centro de vacunación en Cochabamba para mostrar la campaña de vacunación en la práctica, cuyo éxito puede ser clave para paliar el colapso de los servicios hospitalarios en la tercera ola de contagios.
El paisaje era similar al registrado en otros puntos sanitarios. En el centro de vacunación del Campo Ferial de Cochabamba (centro), Sputnik encontró filas no muy largas, afluencia moderada de la población, atención rápida. Ningún doctor ni doctora tenía permitido hablar con la prensa.
«No me saque fotos, por favor, joven», imploró la señora María antes de que le dieran su pinchazo. «Yo quería darme la Pfizer, pero me da temor seguir esperando, porque hay muchos contagios en estos tiempos. Así que ni modo, me tuve que poner la chinita [Sinopharm] nomás», comentó de salida del Campo Ferial.
Otra de las entradas de este predio, de 16 hectáreas, es exclusiva para quienes requieren hacerse el hisopado nasofaríngeo gratuito. Allí también se había formado una larga fila de personas consideradas casos sospechosos.
Este 25 de mayo, Bolivia registró su día con más contagios y muertes en 14 meses de pandemia: 3.179 nuevos casos y 100 decesos. Por este motivo, los dos únicos hornos crematorios de Cochabamba tenían una lista de espera de 30 cuerpos.
El Gobierno bajó la edad de vacunación a 40 años en respuesta al reclamo de alcaldes y directores de salud departamentales, porque no está yendo a inocularse toda la población que debería. En este aspecto, consideraron que es necesario magnificar la campaña comunicacional respectiva.
Otros puntos de vacunación en esta ciudad son los hospitales del Norte y del Sur. Ambos disponen de capacidad para inmunizar hasta a 600 personas al día. Pero, actualmente, el del Norte no recibe a más de 400 interesados al día, y 200 el del Sur.
Se espera que esto cambie a partir del reclutamiento del nuevo grupo etario, estimado en 1,2 millón de personas.
De todos modos, la gravedad de la tercera ola en Cochabamba (el departamento más afectado del país) llevó al flamante alcalde, Manfred Reyes Villa, a proponer un enclaustramiento de dos semanas para detener el avance hasta ahora imparable de contagios. En las próximas horas se sabrá si logra convencer a las cámaras empresariales y comerciales.

Cuando la vacuna no llega en tiempo: cómo se trata COVID-19

Por otra parte, Sputnik también conversó con un boliviano que atraviesa la enfermedad sobre su experiencia para tratar los síntomas en el país. Nacido en Santa Cruz de la Sierra, el biólogo Huáscar Bustillos, de 37 años, se contagió durante un viaje a trabajo, a finales de abril. Se había ido al departamento de Oruro para investigar los chulpares, civilizaciones prehispánicas.
«Adquiero el virus en Oruro. Me vengo a Santa Cruz y comienzo a decaer. En menos de cinco días ya había perdido más del 50% de capacidad respiratoria. En mis placas tomográficas el daño sale arriba del 56% por el compromiso alvéolo pulmonar que me había causado el virus», contó el biólogo a Sputnik.
«Una cosa es estudiarlo al virus, conocerlo hasta cierto punto de vista científico. Otra cosa es la vivencia en carne propia, en hueso y corazón, de lo que es esta enfermedad», agregó.
Con los niveles críticos a los que llegó su organismo, aumentaba considerablemente su riesgo de morir. Bustillos se dio cuenta de que «tu supervivencia va a depender del estado en que llegaste a la enfermedad». Durante el último mes tuvo que recurrir a diversas medicaciones que atacan al virus, pero también al cuerpo.
«Por ejemplo, el Remdesivir es un fármaco de nueva tecnología, que originalmente fue ideado para enfrentar al virus del ébola que inhibe la capacidad replicativa genética del virus», explicó y añadió: «Es tan potente que actúa a nivel genético, tanto de organismos como del virus, evitando su replicación. Es lo que los médicos llaman ‘el bloqueo al virus'», aseguró.
Mientras tanto, tiene que ingerir otras medicinas, como el fluconazol, para reducir la infección pulmonar. «Muchas personas no pueden sobrevivir a la terapia porque es demasiado potente. Son dosis químicas. Es muy fuerte el tratamiento», dijo el biólogo, quien también es docente en las universidades NUR y De Aquino Bolivia (Udabol).
«Si una persona no tiene la capacidad genética o si tiene una enfermedad de base, el tratamiento no funciona de la misma manera», evidenció.

La humanidad y los coronavirus

Para Bustillos, como biólogo y como amante de la naturaleza, es imposible analizar al virus despegado de una perspectiva histórica, que incluye la relación milenaria de la humanidad con las diversas variantes de coronavirus que aparecieron y, muy posiblemente, seguiremos conociendo en el futuro, cuando ya —ojalá— la pandemia de COVID-19 sea un mal recuerdo.
«A estas alturas, sabemos muy bien que las pandemias, los brotes y epidemias se dan justamente por el daño que causa la humanidad a los ecosistemas desde el inicio de los tiempos», mencionó.
Entre otros factores que fomentan la aparición de nuevas enfermedades, señaló el cambio climático, la deforestación, la pérdida de biodiversidad, la trata y tráfico de especies «y, sobre todo, el cambio hacia modelos económicos agresivos con los ecosistemas».
Sostuvo que en la región amazónica boliviana «hay muchas especies de murciélagos y roedores que tienen nuevas formas de coronavirus, que se encuentran equilibrados en la naturaleza».
Pero «cuando generamos cambios y golpes en los ecosistemas, estamos abriendo la puerta para que nuevas epidemias puedan venir».

Panorama de la tercera ola de COVID-19 en Bolivia

La tercera ola de contagios de COVID-19 arrecia en Bolivia con una magnitud nunca vista desde que la pandemia fue declarada oficial, en marzo de 2020. En Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra, los departamentos más afectados, escasea el oxígeno, las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) están colapsadas y hay que hacer largas filas en los cementerios para usar los hornos crematorios. En paralelo, la vacunación contra el coronavirus avanza en todo el país. Desde este 26 de mayo, ya pueden inmunizarse también las personas con más de 40 años.
El Gobierno de Luis Arce pudo dar un gran impulso a la vacunación anti COVID-19 a mediados de mayo, cuando llegaron un millón de dosis de Sinopharm (fabricada en China) y medio millón de Sputnik V (de Rusia). Esa marca eligió el presidente cuando finalmente se inoculó, el pasado 24 de mayo, para incentivar a la población a hacer lo mismo.
«Nos hemos hecho vacunar, aunque queríamos ser el último en recibirla. Es una señal para la población, para que acuda a los centros de vacunación y se haga vacunar con la primera dosis. Y aquellos que les toca la segunda dosis, que acudan», dijo el presidente a la prensa reunida para el acontecimiento en el Hospital del Sur, de la ciudad de El Alto.
«El ministro de Salud me informó que hemos llegado inclusive a rebasar las 52.000 personas inoculadas por día, gracias a los centros de vacunación. Aún así, nosotros sabemos que hay que hacer énfasis y la población tiene que entender que tenemos que ir a hacernos vacunar», enfatizó el presidente.
Arce anunció que en los primeros días de junio llegará otro millón de dosis de Sinopharm. Y esta mañana, el mecanismo COVAX (impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), entregó al Gobierno boliviano 100.000 dosis de Pfizer.
Hasta el 25 de mayo, 1.145.107 personas accedieron a la primera dosis. Y más de 312.000 ya recibieron ambas inyecciones. Representan el 14% de la población vacunable, establecida en 7,5 millones de personas.
Hasta el momento, el país acumula 355.000 casos de coronavirus y 14.000 fallecimientos por este motivo.
Fuente: Agencia de noticias Sputnik.