Bisila Bokoko, la filántropa nacida en España que implementó modernas bibliotecas en aldeas de África

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Esta empresaria de origen africano creó el programa African Literacy Project, con el que busca “compartir el don de las ideas” con comunidades rurales en Ghana, Uganda, Kenya y Zimbabwe a través de bibliotecas sostenibles.

Ekomo (1985) tiene una fuerza descomunal. La obra más prominente de María Nsue Angüe y primera novela publicada por una mujer ecuatoguineana relata los tabúes sociales, las tradiciones, el machismo y otros rasgos de la Guinea Ecuatorial poscolonial, a raíz de su independencia de España en 1968.

En el prólogo para la edición en inglés, la autora relata que siendo una niña jugaba bajo la lluvia en su aldea cuando supo que se iría “muy lejos” de allí. “Los demás se me quedaron mirando como si viajar muy lejos fuese mágico”, escribió.

Y así fue para ella. Su legado como periodista y escritora teje las costuras culturales de ese pequeño país centroafricano del que también emigraron los padres de Bisila Bokoko, una empresaria y filántropa nacida en Valencia (España) que hoy busca “compartir el don de las ideas” con comunidades rurales en Ghana, Uganda, Kenya y Zimbabwe a través de bibliotecas modernas y sostenibles. El libro -dice- “siempre será un gran amigo del ser humano”.

A Bokoko le sobran las ideas y la experiencia. Estudió Derecho y Económicas y se especializó en Comercio Internacional, lo que muy pronto, gracias a su capacidad para forjar alianzas en contextos complejos, le abrió las puertas de Estados Unidos.

Desde hace dos décadas está radicada en Nueva York, donde se le conoce como la persona que “tiene la llave de los mercados”. Primero, abriendo puertas para empresarios de su natal Valencia y luego como directora de la Cámara de Comercio de España y Estados Unidos.

Por más de una década ha asistido al desembarco de grandes y pequeñas empresas españolas al mercado americano, que desde la infraestructura, la banca, las energías renovables y los satélites hasta los vinos, la moda y la gastronomía forjaron una suerte de belle epoque comercial, interrumpida solo por la debacle financiera de 2008.

En Nueva York también abrió su propia empresa y se lanzó a crear puentes con otros mercados. Quizás esa inquietud latente por acercar el mundo, sumada a su identidad “híbrida” -como ella misma le describe-, hizo que a finales de 2019 fuera nombrada como Citizen of the World por Naciones Unidas.

Ungida como una epítome del liderazgo femenino en el sector empresarial español, es actualmente una conferencista internacional y lleva a diversos escenarios potentes mensajes sobre diversidad, empoderamiento, empatía y negocios.

Como si se tratara de un viaje de autodescubrimiento, a sus treinta y cinco años Bokoko pisa por primera vez África, el continente de sus raíces; de sus abuelos, grandes contadores de historias. Y en un aeropuerto de Ghana se percata de que también, por primera vez, todas las personas que la rodean son negras como ella. Así comienza el recorrido que dará lugar a la idea de African Literacy Project.

Sus padres son africanos, pero usted es española. ¿Cómo se forja su identidad “híbrida»?

Cuando era niña, mis padres me mostraron África a través de los libros, porque en esa época no podían viajar de vuelta a Guinea Ecuatorial y siempre quisieron darme una identidad de raza. No querían que yo no entendiera las dificultades con las que me iba a encontrar siendo negra, e hicieron mucho hincapié en todo el tema de la raza, del panafricanismo y de cómo África se ve a sí misma. Para mí era una obligación, porque tenía 9 o 10 años y yo quería otras cosas. Y en esa época también tenía una propia crisis de identidad, porque cuando eres niño tú quieres ser como todo el mundo, pero yo decía: “¿A mí por qué Dios me ha hecho negra? Yo quiero ser como todo el mundo de mi clase”, porque era la única. Al final me di cuenta de que esto era una oportunidad, el entender las diferencias y no separarme de ellas, sino integrarlas y acogerlas.

¿Y la idea del African Literacy Project?

En 2009 fui a África por primera vez y me di cuenta de que ese mismo proceso que yo había tenido, los niños de ahí podían tenerlo también. Yo quería que ellos entendieran y leyeran cómo es el mundo ahí afuera. Como yo los conocía a través de los libros, que ellos también conocieran cómo es el mundo. Y ahí empecé el proyecto.

¿Por qué es necesario un proyecto como African Literacy Project?

Considero que la lectura es un gran regalo y la llave al conocimiento. Aunque vivimos un momento en el que la tecnología ocupa un lugar central, el libro siempre será un gran amigo del ser humano.

¿Cómo ha sido desarrollar un proyecto como este?

Damos pasos muy poco a poco. Tenemos cuatro bibliotecas propias y queremos seguir creciendo. Hemos logrado colaborar con otras organizaciones y llevar libros a Guinea Ecuatorial, Camerún y Nigeria. Y ahora estamos trabajando en abrir Senegal y en una campaña con la Universidad de Guinea Ecuatorial.

¿Qué hallazgos culturales y sociales con respecto a la industria editorial han surgido desde que comenzaron a trabajar en África?

Hemos aprendido muchísimo de la experiencia y hemos cometido muchos errores en el camino. Nos hemos dado cuenta de que debemos entender bien la cultura y seleccionar los libros de acuerdo con la cultura del país, e integrar a los padres y abuelos en nuestros proyectos. También tenemos el gran sueño de publicar en lenguas autóctonas para que no se pierdan estas historias y esperamos cubrir este gap.

Algunos expertos afirman que las narrativas que el mundo conoce de África están mediadas por Europa. ¿Qué deberíamos saber hoy y quiénes lo están contando?

Desde el año 2008 empezaron movimientos de visibilidad positiva de África y un cambio de narrativa impulsado por africanos de origen viviendo en la diáspora. También las historias del continente empezaron a salir a través de libros y de la industria cinematográfica del África del Oeste principalmente. Hemos dado un gran salto y el continente está lleno de talento y potencial. ¡Hay mucho que descubrir por la parte europea de África! Estando tan cerca geográficamente, estamos todavía lejos.

Algunos discursos, enfocados en la migración hacia Europa por ejemplo, rodean a África y lo presentan como un continente esencialmente pobre y problemático. ¿Qué le diría a quienes tengan esa perspectiva?

Que hay muchas áfricas. Es un continente con 54 países; por tanto no hay que generalizar. Por otro lado, cuanto más alianzas económicas y estratégicas haya con África mejor futuro para ambas partes. Si Europa cambia su mirada y empieza a verle como un socio en lugar de una amenaza, la narrativa entre estos dos continentes puede ser diferente en este siglo.

¿Cómo ve a España en términos de multiculturalidad y absorción de la diversidad?

Yo he nacido en España en un tiempo donde no había negros. En mi infancia era siempre la excepción y en algunos casos producía miedo o rechazo. Sé perfectamente cómo era la España que había antes, y hay que decir que ha avanzado muchísimo. No todo el mundo está preparado para la diversidad y todavía hay muchísimo trabajo por hacer. Por ejemplo dentro de las empresas, porque hay mucho talento multicultural pero tiene muchas dificultades para entrar a ellas. Si ya todavía estamos discutiendo el tema de la diversidad de género, la diversidad cultural es otro nivel. Es un trabajo de mucho tiempo, de mucha empatía, de realmente abrir nuestros corazones a otras culturas y dejar de vernos como el opuesto o el diferente y empezar a ver dónde está lo que nos une en lugar de lo que nos separa.